lunes, 16 de marzo de 2015

LUMBERSEXUAL VENEZUELA....

¿Cómo reconocer a un hombre lumbersexual?

Al parecer llegaron para ser los antagonistas de los metrosexuales, hombres que resaltan mucho su apariencia física hasta el punto de usar cremas cosméticas y vestimentas de moda.
Por el contrario los lumbersexuales son desaliñado y al parecer andan en mayor contacto con la naturaleza y su ser interior, dejando de lado lo superficial.
No hay una traducción exacta pero podría ser algo así como «leñasexual». Lumber, significa madera en inglés, y lumberjack o lumberman, leñador. El nombre hace alusión a los leñadores que resume de forma bastante precisa cómo son los lumbersexuales.
Sin embargo para ser considerado un "lumbersexual" no basta con vestirse como un leñador y dejarse la barba. Un lumbersexual debe ser además un hombre atractivo. 

Hoy es la tendencia masculina más codiciada por los tipos más cool. ¿Elementos básicos?

1. Una buena barba. Hace frío en los bosques, y están llenos de depredadores. Cuanto más nos parezcamos a un oso, mejor. Pero ojo, hablamos de barbas a lo James Harden, cosas pilosas con entidad propia donde podríamos montar un nido de pajarillos. Eso de recortar y cuidarse el matojo es propio de hombres menores.

2. El uniforme: camisa de leñador, pantalones capaces de aguantar todo tipo de climas, mochila de campo donde te quepan las setas, el hacha de mano y el iPad, botas de trekking, gorro... Y decimos uniforme porque la tendencia no puede ser menos imaginativa.

3. Como toda tendencia tiene que tener un puntito de actitud, y nadie se va a meter a leñador real sólo por una moda, el lumbersexual es un tío que hace cosas: monta muebles, sabe recoger frutos silvestres y desenvolverse en el campo. Le da igual el GPS: se guía por las estrellas. Es un romántico, un soñador silvestre, es... Es como un loco de Kentucky, pero menos peligroso.

Por supuesto, el lumbersexual tiene fecha de caducidad. Aunque el público femenino pique el anzuelo de la tendencia, bastarán un par de fines de semana de acampada (o la llegada de la primavera) para que se den cuenta de que un lumbersexual está bien para una mudanza, construir una estantería, cultivar sus propias hierbas aromáticas o para reducir madera casera a astillas empujando. Pero la enésima reivindicación del macho alfa se ha pasado de frenada.